miércoles, 9 de abril de 2008

La voz del macondo....



Soy el Macondo….. el árbol estrella de la Sierra Nevada de Santa Marta….

Muchos creen que mi nombre es un pueblo imaginado por un célebre escritor que narra historias extraordinarias de seres extraordinarios, pero que en realidad son la vida cotidiana de la costa caribe ….

Pero el Macondo soy yo! Soy un árbol que pertenece a la familia Bombacaceae; los científicos me clasificaron como Cavinillesia Platanifolia ; puedo llegar a los 40 metros de alto y mi tronco puede tener siete metros de diámetro! Mi copa es enorme y en mis ramas se albergan muchos pero muchos pájaros… Florezco en mayo y me vuelvo amarillo… Ah!!!!! Ni se imaginan lo imponente que luzco! Y soy muy curioso porque esas flores son como mariposas que vuelan por los aires y caen en lugares insospechados…. que darán vida a nuevos macondos….. De cientos de mis flores, probablemente solamente sobrevivirán uno o dos…. O tal vez ninguno! Por eso siento que cada vez somos menos…. Y es triste, porque deberíamos ser el emblema de la Sierra….

Soy centenario y estoy parado en lo que fue una vivienda Tairona! Ellos llegaron primero que yo; estuvieron aquí, a las orillas del río Don Diego, desde hace mas de mil años! hicieron su ciudad, vivieron con sus hijos y los hijos de sus hijos, sembraron la tierra, hicieron sus joyas y sus vasijas, hasta que llegaron los españoles y los hicieron retirarse; destrozaron muchas de sus piezas antes de irse; a mis pies veo esos pedazos rotos…. Bajo el suelo que cobija mis raíces hay cientos de piezas que formaron sus vajillas y sus adornos… Todavía se ven…

Creo que yo nací hace 130 años…. Y puedo narrar historias que he visto pasar…. Como las de los guaqueros, que vinieron hace unos treinta años y revolcaron mis raíces…. Creían que ahí estaban los tesoros… el oro abandonado por los antiguos y que los españoles ambicionaron y no obtuvieron….

No sabían que el verdadero tesoro es intangible… Es el mismo río, es el aire que se siente, el aroma de las flores, el tucán que sobrevuela, el color de mis flores , la presencia del Mamo kogui que pone a mis pies sus pagamentos, el sueño de quienes me visitan y sienten en este lugar la magia que quizá ese escritor ilustre plasmó en sus libros. Los tesoros de la vida no se pagan…. Sencillamente se sienten…. Y aquí, en lo alto de esta loma que divisa el mar, el río, la montaña y el viento… se siente el privilegio de la vida….

A orillas del río Don Diego, mi voz, la voz del macondo, se oye hasta el infinito y se siente en lo profundo del alma. Soy el macondo y estaré aquí hasta después de los nietos de sus nietos…. Siempre los cobijaré con mi esperanza y sentirán al abrazarme la corriente de la vida…

1 comentario:

Unknown dijo...

adie mejor que tu, Tatyana, para contarnos la historia del Macondo, del Don Diego y de Margarita que forman parte de tu vida cotidiana hace ya tantos años!

Nadie como tú ha vivido, sentido, y vibrado con los árboles, pájaros y mariposas que tan bellamente describes. Doy mi voto admirado para que esta hermosa historia que nos cuentas trascienda generaciones y le llegue a los "nietos de sus nietos". Gracias por hacernos participes de este mundo mágico de la Sierra.
Tatis